LA GRAN ESTAFA
Como creían que Benedetti era poco menos que el putas-boy-de-la-Westinghouse, entonces se olvidaron de los supuestos ideales que les hacen creer que son el faro moral del país. De modo que intentaron cambiar la vara de los valores con que debería medirsse al mencionado personaje, e incluso trataron de reescribir su biografía de presunto maltratador de mujeres, tránsfuga político y confeso encubridor de delitos electorales a quien, además, la CSJ investiga por corrupción y tráfico de influencias.
Empezaron, pues, primero a decir que era un tipo pragmático y necesario, después a justificar su indudable clientelismo maquiavélico, y al final a simplemente celebrar su quinto y canibalesco nombramiento en este gobierno, y a regodearse en las triquiñuelas de las que se valdría y los insultos que profería contra sus opositores.
Todo lo anterior con tal de que se saliera con la suya a como diera lugar un Petro que llegó al poder enarbolando la bandera de acabar con los vicios de la politiquería, pero que a la hora de la verdad no ha hecho sino agravarlos y degradarlos todavía más.
Sólo una semana después, sin embargo, el parto de los montes con el que contaba el ya acostumbrado pensamiento desiderativo de los fanáticos petristas, dio a luz a su criatura: una miserable ratica asustada.
Le vendieron el alma al Diablo a cambio del diamante Hope, y el Diablo les recibió el alma (y el billete, claro) para terminar entregándoles una morcilla negra.
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